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jueves, 25 de noviembre de 2010

...el dulce sabor de vivir...

Estimados lectores:
Como terminarán por comprobar tras la lectura de las siguientes líneas, la receta de esta semana no se puede equiparar a ninguna otra. Sin dejar de lado los fogones, "la empresa que hoy nos atañe -dicen aquellos que han profundizado en la materia- no es sino una de las más difíciles y peligrosas de elaborar" Para tal experiencia necesitaremos:
  • 100 gr de imaginación
  • Unas gotitas de desamor
  • 25 gr de locura
  • 50 gr de genialidad
  • 2 gotitas de belleza
  • Para adornar: un ligero toque del glaseado de la frustración

En primer lugar y para dar comienzo a su elaboración, necesitaremos de usted, querido lector, una alta dosis de imaginación que le permita paladear tal delicia sin par. A continuación, hágase con un recipiente metálico donde verterá unas gotitas de desamor. Mientras esté ejecutando este paso, abra su mente y deje que la peculiar fragancia de dicho elixir invada hasta el último de sus hálitos, que perfume sus entrañas, que arrastre aquellos recuerdos que un dia decidió encerrar en un oscuro rincón de su memoria: el primer beso, los te quieros vacios de significado, las caricias que se prometieron eternas, los sueños, las promesas... No se extrañe si, de repente, una neblina le sacude la vista. No tenga miedo. Unos instantes después sentirá como una lluvia de lágrimas nacaradas hace evaporar nuestro primer ingrediente.

Tras haber esperado unos 60 minutos, proceda al tercer paso. Eche en otro recipiente 25 gramos de locura y 50 de genialidad. Bata bien y preste atención para que no quede ningún grumo. Una muy buena idea sería edulcorar tal masa compacta con dos gotitas de belleza. Antes de continuar, retome sus instintos infantiles, aquellos que le impulsaron a introducir sus deditos mugrientos por el barro en la tarta de su madre, y deleítese con el resultado. Por su retina se sucederán una serie de imágenes de gran viveza cromática y de un sabor... -umm, ¡qué sabor!- tan dulzón como aquel del almibar: el inicio de las clases, las noches de juerga con los amigos, la entrada en la universidad, su primer empleo, aquel viaje de fin de carrera que se le escapó de las manos, el nacimiento de su primer hijo, y del segundo, y del tercero, las tardes lluviosas en compañía de aquel ser especial... Probablemente -y anticipándose a todos sus pasos- ante tal sacudida de sensaciones lo primero que haga sea revisar si todos los ingredientes están en óptimas condiciones; pero no se asuste querido amigo, no se asuste, es simplemente un indicio de que lo está haciendo bien.

El postre ya está casi preparado; sin embargo, vamos a darle un último toque, un toque personal. Saque de su frigorífico el viejo bote de la frustración y dibuje sobre la masa una carita sonriente. Ríase de todo, de aquellos con los que ha tropezado en su camino y con los que no desearía volver a encontrarse, de todos esos momentos en los que deseó desaparecer de la faz de la Tierra, y por último, ríase de usted mismo. Si ha seguido correctamente todos los pasos anteriores, pronto obtendrá el fruto de su esfuerrzo: su propia vida se habrá convertido en la mejor y en la más bella de todas las obras de arte que haya podido imaginar jamás. Finalmente, permítame un último consejo. Recuerde: "A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un sólo instante"