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miércoles, 29 de septiembre de 2010

...siempre pensé que llegaría el día en que arreglaríamos todo...pero no fue así...

Al 90% de la población mundial le gusta el chocolate. No, no es algo científicamente demostrado, es simplemente mera intuición femenina.  A unos les gusta el chocolate a la taza, estilo Patatín (disfrazaremos las marcas pues no pienso hacer publicidad gratuita) a otros, esos bombones que te proporcionan un orgasmo de placer tan intenso que ríete tú del éxtasis de Santa Teresa.  Los más cool apuestan por cubrir sus hermosos torsos con tan apetitoso ungüento... en mi barrio directamente se lo fuman.

Sin embargo, henme aquí, queridos señores míos - de ahora en adelante pondré también señoras no vaya a ser que éste humilde blog se llegue a hacer tan famoso en la blogosfera que vaya a entrar la Ministra de Igualdad y tengamos el lío montado- yo soy la excepción que confirma la regla...

Pero, si no te gusta el chocolate -podríais pensar- ¿qué es lo que te llena en tus días de vacío existencial? Podría contestar de manera irónica -¡Dios! ¡Cómo me está costando no hacerlo!- pero cómo bien defendería Simmel, prefiero no desvelar todos mis encantos de una sola vez pues de hacerlo perdería la gracia.  En fin, vamos a lo que vamos.  Retomemos la pregunta... ¿qué es lo que te gusta, oh pequeña Miss S? 

Miss S tiene cuatro pasiones:

- Hombres

- Italia

- Balcanes

- Baloncesto

Me encanta pensar lo extraña que resulta dicha conjunción, pero en el resultado de todas se haya parte de mi esencia.

El motivo de esta entrada no se basa en mi persona. Ayer por la noche, me atiborraba de esas dulces pastillas de información deportiva que desde hace años se han convertido en mi principal droga cuando de repente mis ojos se detuvieron en un vídeo.  Un vídeo que es algo más que un vídeo. Divac y Petrovic. Petrovic y Divac. Dos vidas truncadas mucho antes de la prematura muerte del gran genio croata, dos vidas truncadas por la cruenta Guerra de los Balcanes.  Dice Divac algo como que una amistad cuesta años cimentarla pero se bastan de unos cuantos segundos para derrocarla.   

Y ¿a qué viene ésto? Muy sencillo. Pude comprobar como una de las cosas que sustenta mi vida llegó a desmoronarse llevándose consigo la existencia de todo un pueblo, acarreando unas consecuencias que todavía hoy, desgraciadamente, perduran.

Gracias a la historia de Vlade y Drazen nos topamos de lleno con uno de los episodios más aberrantes no sólo a nivel europeo, sino también mundial, del s.XX, el siglo de las grandes vergüenzas bélicas.

Desde aquí, mi homenaje a todas las víctimas de semejante atrocidad.

Va por vosotros

http://www.timesonline.co.uk/tol/news/world/europe/article6955244.ece


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